jueves, 10 de diciembre de 2015

¿Cómo conseguir que los chavales odien sus asignaturas? El sistema educativo en España.

J.L.Ruffo


A continuación paso a enumerar las reglas básicas para que los conocimientos adquiridos en una escuela o en una universidad, sean interpretados como un mal sin sentido pero necesario, para obtener un papel llamado Título, el cual, cada vez cuenta con menos peso en el desarrollo interior y personal de los alumnos. Para ello, sólo basta seguir los planes de estudios de nuestro país, y así  lograremos tan importante objetivo. Hay que entender primero, que a pesar del paso de los años, y que nuestra democracia cuenta ya los mismos años que el que suscribe, es decir 40, nuestro maravillosos sistemas educativos siguen pensando más en el adoctrinamiento de ideas según gobiernen unos u otros, que en lograr un verdadero interés por aprender. Esto se consigue no por la ineptitud y desconocimiento de los distintos mandamases que han pasado por ese edificio llamado Moncloa, sino que por el contrario, es un objetivo totalmente intencionado: para nuestros inteligentes gobernantes la idea siempre ha sido y por ahora será, la de crear borregos localistas que les sigan votando. 

Debido a ello, esperar que para los pasados, presentes y futuros sistemas educativos, según cambie el color del gobierno de turno, el objetivo principal  sea el de formar personas con capacidad de crítica externa e interna (clave para el desarrollo del conocimiento), con un verdadero aprendizaje emocional, y cuyo fin verdadero sea despertar al alumno unas verdaderas ganas de aprender, simplemente es de gilipollas utópicos.

Así que si usted, profesor o profesora, al que además de estar harto de tanto niño y padre inepto, mientras cobra un sueldo cada vez más devaluado, desea poner su granito de arena con nuestra verdadera industria nacional, que no es otra, que nuestra especialidad en fábricar parados, por favor sólo siga estos pasos:

- No muestres interés alguno en tus enseñanzas.

- No enseñes la utilidad práctica de tu asignatura, y si lo haces confórmate con poner un vídeo a las ocho de la mañana para que en la oscuridad, el sueño y el sopor venza al escaso interés del DVD.

- No transmita amor por lo que enseña. Repite tus conocimientos cual papagayo en un Zoo.

- No seas imaginativo, no vaya a ser que hagas atractivas tus enseñanzas.

- Utiliza la mayoría de los libros de enseñanza de la actualidad.

- Entiende sólo como conocimiento aquello que se repite como un loro.

- No recompense el esfuerzo, sólo el resultado de un examen.

- Responda de mala gana a las preguntas "absurdas" de sus alumnos. Bastará con un escueto: "ese no es mi problema".

- Piense que su asignatura es la única o la más prioritaria. Los chavales solo tienen que hacer sus deberes y estudiar su asignatura. Si alguno se queja, no lo escuche, vuelva a responderle con el socorrido: Ese no es mi problema.

- Por último, crea que la dificultad de su asignatura se muestra en el número de suspensos y que cuanto más difícil sean sus exámenes más respeto tendrá usted entre sus compañeros.

Me consta del esfuerzo de muchos maestros por hacer atractiva sus enseñanzas, que se dejan la piel en horas después de clase, y que después sólo obtienen la recompensa de tener que soportar el menosprecio de padres, instituciones y politicuchos de turno que no les proporcionan medios ni le otorgan el reconocimiento y autoridad debidos para realizar probablemente la labor más difícil y bella: enseñar y transmitir la pasión por tu asignatura. Pero por desgracia, también existe como en toda profesión, la realidad contraria. Y será mala suerte pero me da la impresión que ésta opción, es en ocasiones mayoritaria y  a los hechos me remito.

Son las 2 de la mañana. Mi hija de 13 años sigue estudiando desde las 4 de la tarde, como casi todos los días. Mañana se levanta a las 7. Sólo espero que entre unos y otros, al final no consigan que conciba sus estudios, no como esa oportunidad maravillosa de adquirir conocimientos sino que por el contrario, los recuerde como ese mal necesario para seguir avanzando en la vida. Su madre y yo intentaremos luchar para que la balanza se incline hacia el primer plato, pero os reconozco que a veces nos lo ponen muy difícil.