miércoles, 8 de mayo de 2013

CÓMO ALEJAR A TU HIJO DE LAS DROGAS (5). NO MIRAR PARA OTROLADO.

 José Luis Rufo Rodríguez.

Todavía a día de hoy me sorprende cómo muchos padres no se dan cuenta del consumo de drogas de sus hijos. Aunque en ocasiones intento poner en práctica la empatía y ponerme en su lugar, reconozco que la práctica diaria no deja de presentarme situaciones en las que me asombra la capacidad de algunos padres de no ver la realidad. No entiendan  este comentario como un gesto de superioridad, soy consciente que en un futuro próximo, cualquiera de mis hijas puede tener un problema de este tipo. Espero entonces, estar atento a ello y poder ayudarlas, pero les insisto que en ocasiones tengo la impresión que muchos padres no es que no se den cuenta, simplemente no quieren mirar.

No pienso que tal insinuación sea descabellada, si lo analizamos, muchos padres se comportan como la sociedad en su conjunto. Pongamos como ejemplo el famoso tema del "botellón". Esta práctica, de sobra conocida en nuestro país, y para nada tan extendida en otros países de nuestro entorno, se está convirtiendo en sello de identidad de nuestra sociedad. El famoso botellón es una práctica generalizada en todos lugares de nuestra España  desde hace más de veinticinco años. Lo que en principio era una reunión de amigos con la famosas litronas se extendió a grandes concentraciones de jóvenes cuyo objetivo era conseguir la diversión a través de la ingesta masiva de alcohol. ¿Se alertó nuestra sociedad por ello?...para nada, todo lo contrario: se les ánimo a ello, se les facilitó y se les sigue facilitando, bajo el amparo de excusas tan lamentables como la libertad de estos jóvenes a pasarlo bien, intereses económicos y rentabilidad para la economía local por los negocios permitidos en estas concentraciones.

Las únicas voces en contra eran las de los vecinos de las zonas donde estos jóvenes se reunían ( nos reuníamos) molestos y cansados por los altercados de orden público que provocaban. ¿Pensó alguien en los enormes daños que en la salud de estos jóvenes provocaría la ingesta masiva de alcohol y sus consecuencias no solo inmediatas sino a largo plazo? Pues sólo en algunas poblaciones se pensó en ello y se crearon medidas alternativas ofreciéndoles a los jóvenes una forma de diversión en la que el alcohol no era protagonista. Pero parece ser que mantener abiertas pistas deportivas, bibliotecas, casas de la juventud con actividades pensadas para ellos, teatros, etc...debe suponer un alto coste, así que lo mejor es crear un espacio llamado botellódromo para que los jóvenes no molesten.


Me parece increíble que cuando ocurren desgracias como la del lamentable suceso ocurrido la noche de Halloween de 2012 en Madrid, no queramos ver que situaciones parecidas se vienen repitiendo desde hace muchos años y ocurren de forma continuada prácticamente todos los fines de semana. Hace unos años a mi mismo me ocurrieron hechos parecidos en mi época de estudiante universitario en Sevilla en las famosas fiestas de la primavera. Con lo cual ¿de qué nos lamentamos después? ¿Qué soluciones se han puesto para ello? 

Observando cómo nos hemos comportado como sociedad en los últimos veinticinco años, tampoco es tan extraño que muchos padres reaccionen de la misma forma que lo han hecho la mayoría de nuestras instituciones y sigan mirando para otro lado: insisto una vez más: no es que no lo vean.....es que no lo quieren ver.
- Mi hijo no bebe alcohol... -Mi hijo no provoca problemas.... - sólo hace lo que los demás jóvenes de su edad hacen... 

Estas frases son muy comunes en padres cuando se les comunica algún problema ocasionado por el abuso de alcohol en sus hijos. Muchos de estos progenitores "ceden" sus funciones como tales a otros: de la seguridad de que a mi  hijo no le pase nada, a la policía y ayuntamientos; de la educación, a los maestros....

El riesgo y la posibilidad de tener problemas, de forma directa e indirecta, con las drogas legales o ilegales, es tan elevado que todos los estamentos de la sociedad deben responsabilizarse de ejercer  funciones en este sentido, y los padres tenemos una enorme responsabilidad:

Debemos conocer antes que nada quiénes son los amigos de nuestros hijos, quiénes son los padres de éstos,tener el teléfono de los mismos...

Debemos estar atentos a la hora que llegan y por supuesto el estado en que llegan.

Conocer en qué sitios han estado, a dónde van a ir, incluso recogerlos a una hora propuesta.

Hablar con ellos de sus aficiones e intereses, saber qué les gusta, qué les apasiona, cuáles son sus hobbies...

No hace falta convertirse en un policía, perseguirlos ni registrarlos...hay que explicarles por qué lo hacemos, y los riesgos a los que están expuestos.

Hay que entender que tienen derecho a la diversión, pero tenemos que saber a qué llaman ellos divertirse, enseñarles dónde están los límites.

Como ya comentamos en capítulos anteriores, utilizar los castigos cuando se incumple lo pactado.

Reforzarles e inculcarles todo lo relativo a hábitos de vida saludables, y no sólo incluyo los que corresponden a su salud física...también todo lo que potencie su actividad mental: la lectura, el cine, el teatro, el baile...hay que potenciar su conocimiento y no mostrarle que la única fuente de felicidad está en lo inmediato, en lo rápido..., ahí es donde las drogas ganan siempre la partida.