jueves, 28 de febrero de 2013

COMO ALEJAR A TU HIJO DE LAS DROGAS (3). REFUERZO Y CASTIGO.


 José Luis Rufo Rodríguez.






Dos términos comúnmente utilizados por el conductismo nos pueden ayudar en nuestra tarea. La palabra castigo, desvirtuada por extremistas de lo “progre”, es una herramienta fundamental en la educación de un hijo y destinada a que un comportamiento disminuya la posibilidad de su repetición. Todo acto debe tener su consecuencia, de lo contrario ocurrirán situaciones tan peligrosas cómo con las que nos encontramos hoy en día en muchas familias y escuelas: el niño no teme las consecuencias de sus actos y establece una relación de superioridad ante la carencia de autoridad.
Dos palabras que para algunos serán impronunciables, presa de su estupidez: autoridad y castigo, ¡qué aberración!
Definamos el término castigo con precisión. Para ello utilizaremos el diccionario de la RAE:
 (De castigar).
1. m. Pena que se impone a quien ha cometido un delito o falta.
2. m. Enmienda, corrección de una obra o de un escrito.
3. m. Chile. Acción y efecto de castigar (aminorar gastos).
4. m. ant. Reprensión, aviso, consejo, amonestación o corrección.
5. m. ant. Ejemplo, advertencia, enseñanza.

En ningún momento se habla de agresiones físicas, insultos o cualquier otro término agresivo. Por el contrario sí incluye las acciones de corrección, aviso, advertencia y… ¡oh qué curioso!: ENSEÑANZA.
La combinación de castigo- refuerzos es primordial en nuestra labor. Desde el inicio de la relación el niño necesita esa autoridad “protectora” de sus padres que le aporte seguridad. Si somos indiscriminados en los castigos y refuerzos esa visión de autoridad se perderá. Se puede castigar mucho y no tener autoridad alguna sobre nuestros hijos, lo cual es absolutamente inútil. Obviamente ocurre lo mismo al revés: se puede reforzar mucho y que el niño no alcance el respeto y aprecio por la figura de sus padres, además de convertir ese refuerzo en una demanda obligatoria que el hijo reclamará para hacer cualquier acción.

Todo requiere mucha más coherencia y sentido común. Nos encontramos en una sociedad excesivamente permisiva y que disculpa en el entorno familiar y académico los actos del niño: padres que desautorizan a los profesores, niños que desautorizan a los padres…en definitiva, un sinsentido…y todo en aras de una ridícula visión de la libertad de expresión y miedo a “traumatizar” a la pobre criatura. La mejor forma de traumatizar a un hijo es no cumplir con nuestras obligaciones como padres.

Hemos llegado a normalizar situaciones como los macrobotellones donde una gran multitud de jóvenes tienen el derecho de concentrarse donde quieran, beber sin control, provocar actos vandálicos y cuidado con controlarlos porque estaríamos ante una represión propia de épocas dictatoriales. Lo más lamentable de todo ello, es que somos los adultos los responsables de haber obligado a nuestra juventud a estas ideas. Nada más lejos de mi intención que criminalizar a la gente joven, probablemente porque la mayoría de ellos pertenezcan a la generación más solidaria y bondadosa de las últimas épocas. Curiosamente esa misma juventud, responde muy positivamente cuando se le ofrecen otras alternativas de ocio y diversión: sirva de ejemplo cualquier reunión de temática mal llamada friki, como salones del cómic o salones manga. Me gustaría que realmente la gente conociera cómo se reúnen una gran cantidad de jóvenes en estos salones con el único objetivo de divertirse, además de ser una forma cultural, y sin provocar desórdenes ni altercados públicos. Rara vez se encontrará usted con botellas de alcohol y otras sustancias en estas situaciones….Pero claro, eso exige esfuerzo: esfuerzo institucional, que cuando quiere pone en marcha estos proyectos y después los hace desaparecer sin sentido alguno. Mi ciudad, Cádiz, ha sido un ejemplo de que cuando hay voluntad se realizan estas actividades…¿por qué no se siguen realizando los fines de semana alternativos con pabellones abiertos para realizar deporte, salones culturales, actividades de manualidades, cine-fórum, discotecas sin alcohol…? ¿qué interés existe en que esto no se lleve a cabo? Probablemente la mano de ciertos sectores empresariales sea más alargada de lo que realmente pensamos… ¡Lástima!

Ante esta falta de recursos, somos los padres los que tenemos que doblegar nuestros esfuerzos: no podemos normalizar situaciones como el hecho de que nuestro hijo menor llegue alcoholizado a casa. El número de padres que en consulta explica que no creen que sus hijos hagan nada extraño ni peligroso, por beber alcohol e incluso  en alguna ocasión se excedan, es alarmante. La primera reflexión es que probablemente ellos también lo hagan, la segunda es que cuando quieren remediarlo optan por el castigo sin sentido, desmedido y sin autoridad alguna.

A los adolescentes hay que acompañarlos, estar pendientes de su regreso a casa, recogerlos y comprobar su estado. No debe haber miedo a preguntar a nuestros hijos con quién están, y conocer a sus amigos y a los padres de estos.
Hay que delimitar las condiciones de salida, establecer horarios razonables, hacer el esfuerzo de ir a recogerlos. Si estas premisas no se cumplen debe haber una consecuencia que precisamente afecte a futuras salidas. Si llegas tarde, obviamente no podrás salir la próxima vez. Y si llega en mal estado la respuesta debe ser más significativa, así como conocer las circunstancias de cómo se ha producido.

Conocer bien el grupo de amistades de nuestros hijos es fundamental. Esto no significa inmiscuirse en su privacidad.

La forma de poner el castigo, debe hacerse con firmeza pero sin histrionismos. No hablamos de gritos, ni situaciones histéricas  de persecución, control y registro. No somos policías, somos padres. Y si estamos atentos a nuestros hijos, las señales del consumo de drogas son tan evidentes que no hacen falta registros de bolsos. Llegar tarde sistemáticamente, reacciones de desprecio, cambios bruscos de humor, no cumplir con sus obligaciones, mal aspecto, ausencia de aficiones y hobbies, el conocer a sus amistades... nos puede dar pistas sobre el posible consumo de drogas de nuestros hijos. Y sobre todo hablar claramente del tema con ellos, sin mitos absurdos, saber qué opinan sobre ellas, preguntar si en su entorno cercano se consume y aconsejarles qué hacer cuando se enfrenten a ellas. En capítulos posteriores comentaremos cómo hacerlo.

Explicadas las razones de por qué se realiza, hay que mantener el castigo hasta el final de lo propuesto.

Centrémonos ahora en la otra herramienta fundamental: el refuerzo.  Éste no puede ser entendido exclusivamente como el premio por una acción positiva.

El premio por un comportamiento global también es importante y al igual que el castigo debe estar explicado de antemano. Pero el refuerzo es un opción que también podemos utilizar sin previo aviso (aunque no de forma repetitiva porque perdería esa validez) cuando creemos que la conducta de nuestro hijo merece ser recompensada. También hay que insistir en acciones que el niño debe empezar a realizar sin esperar grandes gratificaciones, como por ejemplo su responsabilidad en el estudio, y explicarles donde está la verdadera motivación de realizarlas.

Hay que dejar bien claro que el resultado no es el único indicativo para ser gratificado, el esfuerzo debe ser premiado. 

Entre las recompensas a utilizar podemos encontrar:

Recompensas de carácter social y afectivo. El concepto refuerzo en nuestra tarea de padres es mucho más amplio que el comprar algo material. Reforzar también es estar con nuestros hijos, esforzarnos en comunicarnos con ellos, hacer actividades juntos, conocer sus gustos e incentivarles otros nuevos. El levantarse un domingo por la mañana para realizar una actividad que a nuestro hijo le guste: como practicar un deporte, ir al cine, ver un partido de fútbol, realizar una excursión… todo ello es también un refuerzo necesario.

También podemos utilizar las  recompensas simbólicas. Este método es muy utilizado en psicología infantil (por ejemplo con fichas o pegatinas que el niño podrá cambiar por actividades o pequeñas recompensas). En mi modesta opinión, con adolescentes es poco válido en un ambiente familiar, además de que los trataríamos como infantiles, pero precisamente en edades tempranas puede resultar efectivo.

Por último, las recompensas tangibles, materiales son lamentablemente las más utilizadas por muchos padres, por su facilidad y el poco compromiso que exige de ellos. Normalmente consisten en regalos o gratificaciones monetarias. Estas recompensas, insisto, deben ser las menos utilizadas, sólo en situaciones muy especiales.  Recuerdo el caso de una madre que me comentaba en consulta lo siguiente: ¿Puedo comprar a mi hijo el último juego de la videoconsola (valorado en no pocos euros) ya que llegó ayer a su hora? Espero que tras leer esto podamos comprender cuál debe ser la respuesta.

RESUMEN:

-      Los términos refuerzos, castigos y autoridad son necesarios y fundamentales en la educación de nuestros hijos.

-      No podemos normalizar situaciones de consumo y/o abuso  de drogas legales de nuestros hijos, por la absurda justificación de que se comportan como cualquier joven de su edad.


-      Tenemos la obligación como padres de conocer el entorno y amistades en que se mueven nuestros hijos.

-      El castigo y el refuerzo jamás deben ser arbitrarios, deben explicarse y adelantar en qué situaciones llegarán.